Muchas cosas cambiaron. Sobre todo, muchos vicios. No soy la misma que antes. Porque soy igual que ayer.
Amandote, siempre sometida a esa maldita manía de jugarme por el vicio más dulce, que el tabaco: fumar tu sinceridad contrariada siempre por tu vanidad.
Y así fue como NO te olvidé.
Recordando cada noche que debía borrar de mil canciones las analogías, la intertextualidad de mis gestos, palabras, actos fallidos, que me recordaban a vos. Las remembranzas de mi presente, son puros vestigios en harapos, de un ayer siempre rengo que viene con una pata de palo, pirata, a querer robar los tesoros escondidos de por ahí.
Sustento. Necesito sustento, para sobrevivir de tus juegos. Y a veces, no hace falta aprender las reglas, sino, saber como romperlas, cuando vos las ponés bien puestas.
Arrugo las sábanas, muerdo almohadas, y suspiro caracoles huídos, son sólo caparazones, que andan mas lentos, que la imaginación hoy, con televisión a color.
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